Mi lugar favorito en Rusia

Son muchos los lugares en Rusia que no he visitado todavía. No he estado en Siberia, en el lago Baikal, en las montañas de Altái… Estos son algunos de los lugares que me gustaría visitar.
Principalmente viajé por el noroeste de Rusia. Esta experiencia fue relacionada con mi trabajo en los cruceros Viking que navegaban por los ríos. Gracias a ellos ahora puedo decir que tengo un lugar favorito en Rusia. Lo guardo en mi corazón y me brinda energía en cualquier momento que la necesito. Este lugar es ‘el Norte ruso’. Si usted no es de Rusia probablemente le será difícil comprender qué es ‘el Norte ruso’. Pero una vez que venga (aunque sea la primera vez en su vida) esta imagen quedará grabada en su corazón. No se trata únicamente del término geográfico sino más bien de uno metafísico. No es simplemente una parte de tierra sino una zona para sentir o poder sentir. Es algo como ‘un jardín del paraíso’ para la mente medieval o ‘Kadath desconocido’ de las novelas de Lovecraft. Eso significa que aunque usted no sea capaz de descubrir su secreto, penetrar en su atmósfera y su espíritu, su mera existencia ya le comunica con certeza que éste espíritu existe.
Para muchas personas el Tibet es una zona esotérica y no fue accidental que el artista ruso Nikolái Rérij escribiera que los colores ‘cósmicos’ de sus pinturas fueron inspirados tanto por Tibet como por el Norte ruso. Son realmente cósmicos. No importa en qué época del año llegue allá, otoño, verano o incluso en invierno (invierno en el Norte ruso…mmm … ¡Una experiencia extraordinariamente exótica! 30 grados Celsius bajo cero. ¿Quiere probarlo?). Allí uno se siente parte del Universo. Da igual que esté pasando en su vida personal en este momento. ¿Logré explicarle qué sentí allí? Es solo una pequeña parte. No todas nuestras experiencias se pueden expresar con palabras. Como dijo el escritor ruso Nabókov: ‘Expreso solo una pequeña parte del sentimiento que tengo, pero puedo escribir porque conozco este sentimiento’. Para mí el Norte ruso es un lugar misterioso donde usted puede sentirse feliz en cualquier momento. En cualquier momento de su vida. Donde… de alguna forma se detiene el tiempo.
No es la primera vez que escribo sobre ‘mi Norte ruso’. Le contaré más. Es solo una introducción.

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Un tema muy otoñal

Una de las preguntas que me suelen hacer los turistas es, cómo paso el invierno. ¿Qué hago en esta temporada cuando no hay turistas? Creo que muchas personas en el principio de otoño sienten una rara necesidad de aprender algo importante que se les escapó en la vida. Esta urgencia puede ser tan fuerte que se ponen a estudiar algo que nunca van a usar en el futuro. Es porque todos los profesores privados empiezan a dar sus clases en otoño y la temporada de otoño e invierno es cuando logran ganar más dinero. La gente empieza a estudiar inglés, italiano, japonés, aprenden a pintar, bailar o incluso tejer solo porque este sentimiento otoñal les llena de una inquietud inexplicable. En todo caso es algo positivo porque este ‘sentimiento otoñal’ abre más oportunidades para los profesores privados y les ayuda a ganarse la vida. Y a veces no solo la vida sino también un viaje a las Maldivas. ¿Pero hay algún otro sentido en esa ‘enfermedad de insatisfacción otoñal’? Mientras que la gente busca respuesta a esta difícil pregunta, miles de academias se hacen con nuevos clientes y más y más cursillos abren sus puertas.
Probablemente solo existe una especie de personas inmune a esta infección que obliga a la gente a buscar un nuevo sentido de vida. Se trata de oficiales de todos los niveles. Quizá les inyectan alguna vacuna que les protege de todo sentimiento de insatisfacción y búsqueda de la razón. Es por eso que recientemente muchos centros de estudios superiores en Rusia fueron calificados por los expertos gubernamentales como ‘ineficientes’ (es decir, inútiles). Cada año el financiamiento de esta esfera se recorta. Eso significa que hay cada vez menos profesores, menos catedráticos e investigadores. Pero lo más extraño es que supuestamente en las condiciones de un ‘ambiente altamente competitivo’ solo los mejores deben sobrevivir. Pero en la práctica a menudo sucede todo lo contrario. Se quedan los peores. ¿Por qué sucede esto? No tengo respuesta a esta pregunta. Debe de ser un truco. Por ejemplo, sé que tenemos un exceso de médicos (resulta difícil encontrar trabajo al graduarse). Pero al mismo tiempo tenemos muy pocos buenos médicos. ¿Es un truco, no?
En fin la cosa es que mientras el gobierno quiere hacer que la gente sea más ‘eficiente’, esta se contagia con la infección de la ‘ineficiencia’ buscando nuevos sentidos. Esto a menudo despierta el interés comercial de otras personas que abren academias de idiomas, cursos de tejer etc. Lo van a persuadir que el modelo anterior era una basura total, mientras que ellos ofrecen un nuevo modelo de educación, feliz, interactivo, exitoso, en fin, ¡toda una maravilla! Solo págueles dinero. Estos cursos lo van a convencer de que son 100% ‘eficientes’. Acorde al curso gubernamental.
Sin embargo, al otoño no le importa el curso gubernamental, y sigue planteando la cuestión de nuevas direcciones. Es un gran reto otoñal. Cada año el otoño le recuerda que no simplemente debe existir, sino que, además, debe realizarse.

Jardín alrededor del Palacio de Catalina en otoño

Jardín alrededor del Palacio de Catalina en otoño

Arces en el jardín del Palacio de Catalina

Arces en el jardín del Palacio de Catalina

¿De qué se trata en este blog?

Este va a ser mi blog, no como guía sino como persona. Por lo tanto, entre los temas que abordaré estará todo lo que me parezca interesante. Todo lo que me sorprenda, me inspire, me impacte o me haga pensar. ¿Por qué quiero empezar este blog? Nada más porque quiero compartir mis reflexiones y mis sentimientos con ustedes, mis lectores o mis clientes, cualquier que sea el país donde viven. Es decir, el blog no estará dedicado a ningún tema en especial. Es solo un modo para expresarme. No es fácil transmitir lo que sientes si no es tu idioma materno. En Rusia hubo solo un escritor que tenía dos idiomas maternos, el inglés y el ruso, y escribiendo sus novelas no hacía diferencia entre ellos. Se trata de Vladímir Nabókov. Por supuesto, no soy como él pero haré todo lo posible.

En los formularios a veces aparece una extraña pregunta: “¿Puede escribir algo sobre sí mismo, sobre su personalidad?”
Por supuesto, nadie espera que lo que escriba en el formulario sea la verdad pero si tuviera alguna motivación para ser sincera, ¿qué diría? El escritor ruso Yevgueni Grishkovets dijo una vez que “siente respeto hacia la especie de ‘personas raras’ que son… nada más gente normal, feliz y activa, y a lo mejor, exitosa, pero que tienen algo en el fondo de su vida, algún secreto, problema, cuestión o pensamiento que no les deja ser cien por cien felices y cien por cien normales”.
Podría tratarse de un sueño que todavía tienen sin cumplir o algún reto que les impuso la vida y que aún no han conseguido, un amor infeliz no olvidado y no terminado, o simplemente algún raro sentimiento de inquietud en el corazón. Grishkovets luego dice que el mismo es de este tipo de ‘gente rara’. En cuanto a mí, también soy una ‘persona rara’ que se acostumbró a ser “normal y feliz” pero sin que eso fuera totalmente cierto. Me gustan las personas que parecen un misterio o un desafío. Posiblemente porque eso tiene que ver mucho con mi forma de sentir y vivir. No me gustan familias ejemplares o una felicidad ejemplar. Sin embargo, todavía tenemos mucho de esto en Rusia y hay mucha gente que se cree tan lista como para enseñar este tipo de felicidad ejemplar. Posiblemente se trate de una reminiscencia de la Unión Soviética. Mi marido que es un poco mayor que yo y que creció en la realidad soviética de los años 1970 me dijo una vez que esa enseñanza de felicidad estaba tan bien organizada y era tan eficiente que aún en la guardería todos los niños querían servir en el ejército para ser ‘verdaderos hombres’ y las niñas querían tener familia e hijos para ser ‘verdaderas mujeres’. Este es el modelo de la ‘felicidad ejemplar’ que odio tanto. Creo que la felicidad no es un objeto que uno puede poseer y construir (como un portátil o un coche) sino un sentimiento o una expectación de un ‘nuevo Universo’. O como suele decir un amigo psicólogo: ‘El Universo donde el tiempo sea completo y no dividido en el pasado, el presente y el futuro, el Universo como una zona informativa integral’.
Es por eso que todavía recuerdo mi viaje a Nueva York. Parece que allí no existe una felicidad ejemplar o un trabajo ejemplar o una fe ejemplar o una religión ejemplar. Allí hay tantas nacionalidades diferentes y modos de vivir diferentes y diferentes iglesias y religiones a tu alrededor. Y lo mejor es que a nadie le preocupa esta diversidad ni esta cacofonía como si fuera un laboratorio donde se creara un nuevo tipo de la humanidad mientras que toda la historia anterior fuera o pronto tuviera que pasar a ser tan solo ‘prehistoria’, una preparación para la verdadera historia que se está naciendo en este momento.